miércoles, 28 de febrero de 2018

Mascotas


Las pasadas navidades los reyes magos nos trajeron una pecera. No las tenía yo todas conmigo, principalmente porque cuando yo era pequeña, mis padres compraron una pecera. Después de varios fracasos, acabo como un elemento decorativo más. Entre eso y que en mi casa lo más que he conseguido mantener vivo son gusanos de seda, pues tenía mis reservas.

No es tan sencillo, porque hay que preparar la pecera. Y no vale con llenarle de agua, no. Hay que seguir un proceso conocido como ciclado, el que durante más de dos semanas echas al agua potingues para quitar el cloro, para mantener la concentración de bacterias.

Luego hay que elegir los peces, y el problema viene cuando una familia de novatos decide confiar en un vendedor que o no tiene mucha idea o solo quiere vender peces. El rizos eligió al pez de la foto, y al vendedor se le olvidó decirnos que es un pez delicado, lento y que si lo metes con peces más espabilados no va a durar mucho. Tampoco dijo que la comida en escamas no hay que echarla directamente, sino dejarla en un vaso con agua de la pecera, dejarla hay unos minutos y dársela a los peces después.

En nuestro caso duró dos semanas y el rizos se llevó un disgusto de ordago cuando murió. Luego compramos dos peces mas, pero el rizos todavía suelta una lágrima de vez en cuando por su primer pez.

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